Aventuras en la Marca del Este, un retroclón español de la caja básica de D&D.

El Clan del Lobo Gris, aventureros proscritos, los últimos de su clan.

Estas son las crónicas de nuestras aventuras, con este magnífico sistema.

martes, 28 de junio de 2011

Aciago encuentro camino de Robleda


Buenas,

Pues continuando con la partida Traición, y justo tras acabar la batalla, comenzamos una nueva aventura. Esta vez dirigía Fabi, y había dos nuevos jugadores, Quique, que se hizo un guerrero, Carls, y yo, que por fin iba a jugar como jugador y me hice a un asesino, Gaedros Kane. Finalmente jugamos sólo unas horillas, debido al cansancio por el curro y tal, pero bueno, hicimos la intro a la aventura y ya estamos enfocados para en la siguiente dar más caña.

Así aconteció:

Al día siguiente de la fiesta conmemorativa por la victoria en la batalla, el grueso del ejército de la Marca y su Duque partieron hacia Robleda, había mucho que arreglar en la ciudad, dar un funeral digno a su padre, celebrar una ceremonia de toma de posesión del título ducal, castigar a los traidores que quedaran vivos, tirar de todos los hilos de la traición del Conde Fiorho, etcétera.

Sólo carromatos de rezagados y heridos se quedaron atrás. En uno de estos últimos grupúsculos iban nuestros héroes, Omadón, Alexander, Kinino, Luzandoriel y Robbert. Arrastraban sus pies por el camino, mientras hablaban del “regalo” del Duque, la fortaleza de Lyrhost en Rocaverde. Los cinco veían algo raro y extraño en el regalo, no terminando de convencerles. Cerca, al haberlos escuchado, tres soldados del ejército se metieron donde no les llamaban... –“Bueno, un regalo es un regalo, y más si es un castillo, el Duque ha tenido a bien ennobleceros”.- Dos de los tres soldados se acercaron a los héroes y se presentaron, eran Carls y Gaedros. El primero era un guerrero alto y fuerte, vestido con los atavíos de soldado. Gaedros era alto también, pero más ágil que fuerte, se quitaba el tabardo de explorador del ejército y lo arrojó a uno de los carros que pasaba cerca a más velocidad que la que llevaban ellos. –“Y con esto, oficialmente, dimito... no estoy hecho para el ejército. Cobraré la soldada y me buscaré algo útil que hacer en Robleda”-. El grupo de héroes se quedó callado mirando como ambos hablaban entre sí, haciendo planes de si unirse a un grupo mercenario o buscar aventuras por separado.

La noche se iba echando y estaba claro que o aceleraban el paso o no llegarían a la posta de camino, que quedaba, aun, a un buen trecho. La luna llena ilumino la preciosa campiña al norte de Robleda, los ululares de la noche comenzaron a sonar con fuerza. Así que el grupo decidió acampar y hacer fuego, pasarían la noche al raso. Invitaron a ambos ex-soldados a pasar la noche con ellos. Cenaron frugalmente queso duro y cecina. Hablaron de la batalla, de donde había estado cada uno y lo regio y señorial que era el nuevo buen Duque. Carls y Gaedros contaron como habían sido hechos prisioneros por los ungolitas meses atrás, y como al final se habían ganado la libertad. Reconocieron a los héroes como lo que habían ayudado a Flandag y los que habían capturado al traidor Conde. Los héroes relataron la aventura, desde que les “contrató” el antiguo Duque, su aventura en la torre-árbol del mago, como escaparon del castillo del Conde y la visita a las minas del mismo. Es más, se extendieron contando aventuras en Ig-Nagor y en las Cavernas del Caos, así como se habían enfrentado a una conspiración de Lord Albritch en Robleda. Parecía que había mucho trabajo últimamente, quizá vinieran bien nuevos miembros en el grupo... tanto Carls como Gaedros aceptaron la propuesta y todos brindaron por ello con vino aguado.

En ese momento se escuchó un lejano aullido. La sangre se heló en las venas de nuestros aventureros. De repente a Carls le pareció ver movimiento procedente de una boscosa colina al noroeste. Luzandoriel y Gaedros escucharon más lejanos aullidos. Todos se pusieron alrededor de la hoguera mirando hacía el abanico noroeste-noreste. Todos aprestaron las armas. Poco a poco se hicieron visibles varios lobos del tamaño de ponys, -“Huargos”- murmuró Alexander –“Malditos huargos”-.

Cuatro huargos se enfrentaron al grupo, que bravamente les hizo frente. Antes de que llegaran a su altura, Luzandoriel, Carls y Kinino, ya les habían clavado algunas flechas. El resto del grupo se apiño y recibió la carga. Tras unos minutos de combate y tras dos huargos muertos sin demasiadas heridas en el grupo de héroes, escucharon un aullido a sus espaldas. Sobre una roca alta había otro lobo, pero este más inmenso aun, si cabía la posibilidad. Robbert, Carls y Gaedros pudieron ver que llevaba un colgante de acero al cuello. Pero la criatura saltó de la roca y se acerco a Alexander y a Gaedros, que acababan de dar buena cuenta de otro huargo. Alexander invocó el sagrado nombre de Velex pidiendo ayuda, y los extraños designios de los dioses hicieron que del suelo, frente a la carga del huargo, tras cadáveres enterrados (por la cercana batalla) cobraran vida, dos zombis y un esqueleto se interponía, ahora, ante el enorme ser lupino. Este comenzó a destrozarlos a dentelladas. Gaedros y Alexander flanquearon al ser y el atacaron con todas sus fuerzas, mientras Luzandoriel le disparaba un proyectil de energía mágica, Carls también hizo frente a la horrenda criatura. Mientras el resto del grupo se despachaba con el huargo restante. Entre todos rodearon al que parecía el jefe, comenzaron a darle golpes y golpes, Carls incluso le cortó el colgante que llevaba al cuello. Tras un rato golpeándole, se dieron cuenta de que apenas le habían herido, así que Robbert chilló: -“¡Es un licántropo, plata o magia, plata o magia!”-. Todos los héroes cambiaron de arma y el combate siguió otro buen rato, dando y recibiendo variados ataques. Finalmente Gaedros atravesó un ojo de la criatura con su daga “Hiendetraqueas” y el ser cayó al suelo, y cambió de forma, un joven castaño y musculoso, yacía en el suelo con múltiples heridas. Carls y Robbert examinaron el colgante. Era de acero, con cadena de acero también. Representaba un horizonte, sobre él una balanza ligeramente inclinada y con varias estrellas por el borde. Gaedros preguntó si alguien estaba herido de gravedad..., no era el caso, pero tanto Luzandoriel como Alexander habían sido mordidos por el hombre-lobo. El resto del grupo se apartó un poco, habían de elegir un modo de actuación, aun había luna llena, y no sabían si sus dos amigos podían estar malditos. La posta más cercana distaba apenas una hora, y pasaba en algo de la media noche. No sabían si hablar con sus amigos, atarlos, dormirlos o sencillamente confiar en la suerte y la resistencia de estos. Dándole vueltas el grupo se encamino a la cercana posta... Nadie dio la espalda al clérigo y al elfo...

Marcados saludos.-

2 comentarios:

  1. Justamente esta semana andaba meditando sobre aventuras en Robleda, creo que me has inspirado un poco más si cabe XD

    Por curiosidad habéis hecho algún mapa custom de Robleda o solamente vais por digamos barrios o algo asi.

    Gracias :-)

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  2. Buenas Sendel,

    Pues no, no hemos hecho ningún mapa de Robleda, de momento tiramos con la descripción que viene en el básico. Lo que se dice dentro de los muros sólo hemos jugado dos, La Fonda y Ladrones de Cadáveres (ambas de JMPR de Outacasted), y ya te digo, que tiramos de lo básico.

    Gracias a ti :D

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